jueves, 2 de agosto de 2012

LA VITAMINA C Y LA HIPERTENSION



La utilidad terapéutica de la vitamina C en la hipertensión.

La hipertensión es conocida como el asesino silencioso. La mayoría de la gente sabe que la primera causa de muerte a nivel mundial son las enfermedades cardiovasculares. A eso se debe el gran interés que despierta cualquier tratamiento nuevo para la hipertensión.


En la actualidad, hay muchos medicamentos convencionales para el tratamiento de la hipertensión. También hay muchos tratamientos no farmacológicos para este problema, como son las técnicas de relajación, los complementos de potasio, la disminución en la ingesta de alcohol y de sodio, el ejercicio físico y la pérdida de peso.
Desde hace mucho tiempo se sabe que la deficiencia de vitamina C puede producir anormalidades cardíacas, incluyendo el crecimiento del lado derecho del corazón (cardiomegalia). Pero en la mayoría de los casos la deficiencia de vitamina C no es diagnosticable clínicamente. 

En un estudio clínico de 2 años de duración conducido en Sorby Research Institute en Inglaterra, se alimentaron a diez voluntarios con dietas sin vitamina C.
Dos de los sujetos de repente se pusieron severamente enfermos con signos de ataques cardíacos que requirieron hospitalización inmediata.
Sus síntomas incluyeron dolor intenso de tórax, dificultad para respirar, choque e irregularidades electrocardiográficas mensurables.
El Dr. E.G. Knox de la Universidad de Birmingham en Inglaterra encontró que cuanto más alta es la ingesta de ácido ascórbico (vitamina C), menor era la tasa de muertes por problemas cardiovasculares.

 Y en su análisis de datos sobre la mortalidad por problemas coronarios de la FAO y la Organización Mundial de la Salud, Jeremiah Stamler encontró más ácidos grasos poliinsaturados.
Después de un infarto agudo de miocardio, hay una caída importante, no sólo en el conteo de los glóbulos blancos (leucocitos), sino también en el nivel del ácido ascórbico (vitamina C) en el plasma sanguíneo.

Dos investigadores en el Departamento de Medicina, en Southern General Hospital, en Glasgow, Escocia; los Dres. Hume y ValIance explican que cuando los glóbulos blancos responden al acudir hacia el músculo del corazón dañado, descargan sus reservas de vitamina C para que la curación pueda comenzar. Cuando nuevos glóbulos reemplazan a los que están en la batalla, rápidamente toman el ácido ascórbico que queda del plasma sanguíneo. En personas que toman solo una pequeña cantidad de vitamina C, sus niveles  bajan casi al grado del escorbuto.

Los niveles de ácido ascórbico (Vitamina C) de  los  glóbulos
blancos (leucocitos) se encontraron significativamente más bajos en 101 pacientes con enfermedad arterial coronaria comparados con pacientes sin la misma enfermedad. Ésto hizo pensar  que los niveles pobres de ácido ascórbico pueden jugar un papel en ambas cosas, la causa y el progreso de la arteroesclerosis.
En otros estudios se ha ligado a la vitamina C con la disminución en la trombosis post-operatoria (un coágulo peligroso). 
El Dr. Clemetson del Hospital Metodista de Nueva York sostiene que la deficiencia de Vitamina C produce hemorragia en los tejidos corporales al debilitarse los capilares; este debilitamiento entonces causa sangrado intravascular (dentro de los vasos sanguíneos) del epitelio rico en capilares de las grandes arterias y las venas profundas . 

La fibrina es la substancia final producida durante el desarrollo de un coágulo sanguíneo. El Dr. Akun Bordia y sus asociados en el Colegio Médico  en Udaipur, India, encontraron que una simple dosis de un gramo de vitamina C administrada a sujetos adultos sanos, producía una elevación del 167% en la actividad fibronolítica (destrucción de la fibrina) en 6 horas.
Un grupo de investigadores de la  Escuela de  Medicina de la Universidad de Showa han reportado resultados similares. El Dr. Spittle de Inglaterra comenta “si la vitamina C se diera tan rápidamente como sea posible después de que la gente sea admitida a un hospital con una enfermedad que los exponga a una trombosis de venas profundas, estarían protegidos”  

Inclusive se ha demostrado científicamente que el número de plaquetas “pegajosas” cambia de acuerdo a las estaciones del año.
Ahora sabemos que el mayor número de plaquetas se encuentra al principio de la primavera y el número más bajo de ellas, se encuentra durante el otoño. Esto va directamente proporcional a la ingesta de vitamina C de las frutas y verduras frescas.
El Dr. Alfredo López de la Escuela de Medicina de la Universidad Estatal de Lousiana, cree que además de inhibir la adhesión al colágeno, la Vitamina C puede estimular las prostaglandinas, que bloquean la agregación plaquetaria. 
En otros estudios realizados hace algunos años, se vió que la vitamina C disminuye la agregación plaquetaria en los diabéticos, en quienes casi siempre se encuentra anormalmente elevada. Ésto es de especial interés porque los diabéticos son propensos a las enfermedades cardiovasculares.


También se ha podido demostrar que en los pacientes con niveles plasmáticos altos en colesterol y triglicéridos que cursan de una deficiencia latente de vitamina C, se pueden restaurar estos niveles de colesterol y triglicéridos, al administrar la vitamina C en dosis y por períodos adecuados.
Si se mide la concentración  de vitamina C  en  los leucocitos (glóbulos blancos) , en el 100% ,tienen niveles subóptimos de vitamina C. Los estudios clínicos realizados demuestran que la vitamina C está asociada con una disminución de la presión sanguínea. 

De acuerdo a McCarron y sus asociados en Oregon Health Sciences University, de los 17 factores nutricionales considerados, notaron que 4 fueron los que estaban significativamente relacionados con el estado  de  la  presión
sanguínea. Específicamente observaron que los pacientes con la presión sanguínea alta, eran más propensos a consumir menos cantidades de potasio, calcio, vitamina A y de particular importancia aquí, la vitamina C.
Otros investigadores han examinado la relación entre la vitamina  C y la presión sanguínea en sistemas algo más sofisticados. Han encontrado que mientras los niveles de vitamina C son más altos, menor es la incidencia de la presión sanguínea alta .

Existen también algunos estudios clínicos doble ciego. Por ejemplo, un grupo de Alcorn State University en Mississippi, junto con Betsville Human Nutrition Research Center, realizaron un experimento con 20 individuos tomados al azar. Los que tomaron la vitamina C tuvieron una reducción importante en la presión sanguínea. Lo cual, no sucedió en el grupo de control, es decir, en aquellos que tomaron un placebo.
Como sabemos, la vitamina C es una vitamina hidrosoluble; es decir, no se almacena en nuestro cuerpo, por lo cual, es muy difícil que los complementos de ella nos pudieran producir algún mal.
Sin embargo, muchos estudios han demostrado su valor nutricional y terapéutico en la hipertensión arterial. 
El Dr. Linus Pauling (2 veces Premio Nobel) decía que deberíamos tomar por lo menos 6 gramos (6.000 mg) de vitamina C diariamente, ya que por un defecto genético, no la podemos producir como la mayoría de los animales.
Es importante recordar que la mejor manera de tomar complementos de vitamina C es acompañado de bioflavonoides.

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